¿Qué es una vocación?
Una vocación es una invitación, una llamada de Dios a servirlo de una manera específica. La vocación primaria y común de todo bautizado católico es a ser santo. A amar a Dios y a los demás. Pero un candidato al sacerdocio está llamado a ir más allá de lo «ordinario» y a convertirse en pastor de otros mientras que peregrinan hacia Dios.
¿Cómo saber a qué me está llamando Dios?
Primero, pregúntale a Dios en la oración lo que Él quiere que tú hagas, luego ábrete y dispónte a responderle con generosidad. El llamado puede llegar de maneras sorprendentes o inesperadas: puede ser a través de comentarios o sugerencias o estímulos de otros, mediante una invitación específica, por medio de un incidente de gracia, cualquier cosa. Dios es el que llama y Él puede llamarte de la manera que Él escoja. Si un hombre es llamado al sacerdocio, él debe también someter esa llamada a la Iglesia en la persona del obispo diocesano o del Superior religioso. Para discernir la validez de una vocación, el obispo trabajará en estrecha comunicación con el sacerdote director de la Pastoral vocacional y con los formadores del seminario.
¿Qué es un sacerdote?
Él es un ser humano como yo y como tú. Pero con la gracia de Dios ha encontrado la fuerza para dedicar su vida a anunciar a Cristo y a actuar como un «embajador de Cristo», como diría san Pablo. Esto significa que él predica la palabra a tiempo y a destiempo; él representa a Cristo en aquellos momentos en que Él está sacramentalmente presente, Bautismo, Eucaristía, Confirmación, Reconciliación, Matrimonio, Orden sacerdotal y en la Unción de los Enfermos. Los sacerdotes hacen presente a Cristo como cabeza de Su Iglesia. Mediante su cuidado y celo pastoral, él es un poderoso signo de la presencia de Cristo en una comunidad específica del pueblo de Dios. Es una vida que se plantea como todo un desafío para el cristiano.
¿Qué es un sacerdote diocesano?
Un sacerdote diocesano o «secular» trabaja en una diócesis o arquidiócesis particular normalmente como párroco. Él está «casado» con los fieles del territorio de su parroquia, gastando su vida con ellos y por ellos para acercarlos a Dios y trabajando por su santificación. Un sacerdote religioso trabaja adondequiera que el Superior de su orden religiosa lo envíe.
¿Por qué ser sacerdote?
Los cristianos católicos sabemos que en esta vida hay mucho más que las cosas materiales y los placeres. Por tanto, en la vida de un sacerdote, él busca la manera de servir a Dios y a los demás. La mayoría de las personas le sirven a Dios en el estado de vida matrimonial o siendo solteros, y esas son vocaciones maravillosas. Pero algunos son llamados de manera especial a servir a Dios y a la comunidad. Son llamados a ser sacerdotes. Son llamados a ser instrumentos de la gracia de Dios, portadores de su perdón, predicadores de la Palabra que da la vida eterna, celebrantes de los misterios de Dios en los momentos más significativos y en los ordinarios de la vida de las personas. Ellos son llamados a seguir a Jesús totalmente con la misma generosidad y perseverancia que Él demostró durante su vida. Esta llamada al sacerdocio viene de Dios. ¿la has oído alguna vez en tu vida?
¿Cuál es la Misión de un Sacerdote?
Acompañar la vida de las comunidades cristianas, principalmente parroquiales, anunciando el Evangelio y sirviendo a todas las personas desde su condición sacerdotal.
¿Cómo la realiza?
- Predicando el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.
- Dirigiendo la celebración de la fe de los fieles, en la oración y los sacramentos.
- Impulsando a los fieles a vivir su fe en medio de la sociedad actual.
- Fomentando el ejercicio de la caridad y la justicia, especialmente en favor de los más pobres y necesitados.
La gran mayoría vive en una Parroquia de la Diócesis, en la que se desempeña como párroco. A diferencia de los sacerdotes religiosos, el diocesano no vive normalmente junto con otros sacerdotes, sino en medio de las personas a cuyo servicio lo ha puesto el Obispo, compartiendo su vida cotidiana.
¿Por qué es necesario hoy el sacerdote?
- Por la sed de Dios, cada vez manifestada en nuestra sociedad.
- Por la necesidad de muchas personas, sobre todo jóvenes, que no encuentran sentido a su vida.
- Por la urgencia de volver a sembrar en nuestra sociedad valores perdurables que hagan posible la convivencia pacífica de todas las personas.
- Por la necesidad de construir una sociedad más justa y más humana, luchando por superar las actuales condiciones de pobreza extrema de muchos de nuestros hermanos.
- Porque Cristo requiere personas que dediquen su vida para darlo a conocer, como única y definitiva respuesta a las inquietudes más profundas del ser humano.
10 RAZONES
- Para enseñar la Palabra de Dios y garantizar la calidad de la educación cristiana de todos los miembros del Pueblo de Dios.
- Para anunciar el Evangelio en todo el mundo.
- Para perdonarnos los pecados en nombre de Jesús.
- Para presidir la Eucaristía y darnos el Pan de la Vida.
- Para animar la comunidad cristiana, la Parroquia y los grupos de fe, procurando ser ejemplo y apoyo.
- Para estar cerca y ayudar a los pobres, los necesitados, los que sufren, como hizo Jesús.
- Para enseñarnos a rezar y relacionarnos con Dios como Padre y a ver lo que el Espíritu quiere de cada uno y descubrirnos que estamos llamados a la felicidad eterna.
- Para orientar con criterios morales y evangélicos en los problemas de la vida, la sociedad y el mundo actual.
- Para impulsar la responsabilidad de los seglares en la sociedad y dentro de la Iglesia.
- Para servir a la unidad eclesial, coordinando a todos en comunión con el Obispo.
Las cosas más valiosas en la vida no son «fáciles» de conseguir. Para prepararse al sacerdocio un hombre debe dedicar una porción significativa de su vida: Primero debe vincularse a un proceso de discernimiento durante un año, después ingresa al año introductorio o propedéutico, que lo prepara para asumir su formación en el seminario. En seguida vienen los estudios de Filosofía durante dos años. Después de eso, vienen los estudios de Teología, durante cuatro años, en la mitad de los cuales está inserto un año de prácticas pastorales como parte del proceso de formación. Es un camino bastante largo y a veces difícil, pero no imposible. Si uno va a servir a la gente como sacerdote, debe prepararse muy bien para ser un instrumento idóneo. Además, si Dios quiere que seas sacerdote, te dará todas las gracias necesarias para alcanzar dicha meta.
¿Soy lo suficientemente santo como para ser sacerdote?
Cuando san Pedro fue llamado por Jesús a seguirlo, su reacción inmediata fue un rechazo: «Señor, apártate de mí, que soy un pecador». Pedro tenía la razón en esa ocasión, pero Jesús no invita a personas perfectas a seguirlo de cerca. Él llama a personas humildes, honestas, que se dejan guiar y enseñar, a aceptar su propuesta y a seguirlo. No hay un solo sacerdote que se haya sentido alguna vez digno del don del sacerdocio, ni siquiera después de años de servicio fiel a Cristo y a los demás. Todo sacerdote sabe que no es más que una «vasija de barro»; Cristo lo sabe también. Pero nosotros creemos que la gracia de Jesucristo nos dará aquello que nos falta para responder a su llamado. «No temas —dice Jesús— busca primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se te dará por añadidura».
¿Qué pasos hay que seguir para entrar en un Seminario?
- Cuando uno siente inquietud, inclinación o dudas sobre si Dios lo llamará a ser sacerdote, conviene pedirle al Espíritu Santo que lo ilumine. Ayuda mucho rezar a la Virgen.
- Hablar con un sacerdote que conoces y contarle lo que sientes, para que te pueda aconsejar.
- Tener una entrevista con el Rector del Seminario de la Diócesis a la que perteneces.
- Se acuerda un tiempo de entrevistas y de reuniones con otros jóvenes que están en situación parecida, para clarificarse y pasar un tiempo de experiencia o de introducción a la vida del Seminario.
Después de haber culminado la educación Secundaria o Bachiderato (en algunos países), un año de propedéutico, dos años de Filosofía, cuatro de Teología y uno de experiencia pastoral. Después de ser ordenado, se espera que el sacerdote continúe actualizándose buscando especializarse.
¿Qué estudios hacen falta para ser Sacerdote?
Los Estudios Eclesiásticos se hacen en el mismo Seminario o en Centros Teológicos Superiores o en Facultades de Teología. Son seis años, que se distribuyen así:
2 años de Filosofía y Ciencias humanas (para conocer la historia del pensamiento, la cultura actual y materias de interés para el futuro sacerdote, como psicología, pedagogía, sociología, etc.).
4 años de Teología: Biblia, fundamentación de la fe, Dios, Jesucristo, la Iglesia, el hombre, los Sacramentos, la Moral cristiana, la Espiritualidad, Historia de la Iglesia, Liturgia, Derecho Canónico, Pastoral, Catequesis, etc. (lo que necesita saber un sacerdote para anunciar el Evangelio hoy y animar la vida cristiana en la Parroquia, en los grupos, etc.).
Estos estudios, además de la titulación eclesiástica, tienen un reconocimiento civil de Diplomatura y Licenciatura.
¿Qué cualidades busca la Iglesia en un candidato?
- No hace falta ser un "super", pero sí estar con ganas de "superarse" cada día y "superar" los propios defectos.
- Ser una persona equilibrada, que le gusta la verdad y hacer el bien a los demás.
- Tener una inteligencia normal, con capacidad para estudios universitarios.
- Gustarle lo relacionado con Jesucristo, su Evangelio y la Iglesia.
- Estar dispuesto a buscar la voluntad de Dios y cumplirla.
- Prepararse durante unos años en el Seminario, adquiriendo una base suficiente de formación humana, teológica, espiritual, pastoral y comunitaria.
Los estudios son importantes, pero no lo es todo. El tiempo de Seminario es como la experiencia de los Apóstoles con Jesús: hay que ir creciendo en madurez humana, en hondura de fe y parecerse a Jesucristo, en relación y convivencia comunitaria, en capacidad para la vida pastoral. Para eso en el Seminario hay un plan de formación y unos sacerdotes que acompañan, orientan y animan.
En los últimos cursos se reciben los ministerios de Lector y de Acólito, para practicar los servicios que uno va aprendiendo.
Normalmente, al acabar los estudios se recibe el Sacramento del Orden en el grado de Diaconado, que permite ejercer muchas funciones en la Iglesia. Es cuando se adquiere el compromiso público de guardar el celibato.
Durante un año aproximadamente se ejerce el diaconado y se hace el curso de prácticas pastorales viviendo en una parroquia con otros sacerdotes y continuando con alguna clase teórico-práctica en el Seminario.
Al final el Obispo ordena de Presbítero y encomienda una responsabilidad pastoral. Pero la formación no acaba, porque ha de ser permanente. El sacerdote ha de estar en constante renovación para ser un fiel servidor del Evangelio y continuador de Jesús, Buen Pastor, en el mundo de hoy.
¿Es interesante la vida diaria de un sacerdote?
¡Por supuesto que sí! Hay momentos de rutina, como en cualquier tipo de vida, pero no existen dos días que sean iguales en la vida de un sacerdote. El sacerdote ayuda a la gente a buscar a Dios, y el trabajo con la gente es interesante e impredecible. Pocas vocaciones ofrecen tanto como lo hace el sacerdocio. Más aún, el sacerdote que ama a sus fieles y se compromete con ellos entregándose a su servicio sabrá que está realizando la obra del Señor.
¿Qué es un voto religioso?
Un voto es una promesa solemne hecha libremente por un hombre o mujer que le entrega su vida a Dios. Los miembros de las comunidades religiosas hacen votos de pobreza, castidad y obediencia. Un sacerdote diocesano no hace un voto, sino una promesa, aunque con la misma solemnidad, de guardar la castidad y él promete solemnemente obediencia a su obispo local y a sus sucesores. Y a pesar de que no hace un voto de pobreza, se espera que viva un vida sencilla, modesta y libre de todo interés material y de todo apego al dinero y a los bienes.
¿Qué decir del celibato?
El sacerdote célibe se consagra por completo con un corazón indiviso al servicio de Dios y al servicio de su pueblo. Para hacerlo, él renuncia al derecho de casarse y de tener una familia, no para permanecer solo y amargado, sino para tener como familia a la Iglesia. Él no renuncia a la amistad ni a la compañía de buenos amigos, tanto hombres como mujeres. De hecho se le estimula para que cultive amigos leales y dignos de confianza. El sacerdote puede vivir una vida célibe fructuosa y fecunda, si es un hombre de oración, si ama a Dios y a su pueblo. El sacerdote es llamado a una forma particular de renuncia a sí mismo siguiendo las huellas de Cristo, que se entregó a sí mismo por nosotros.
¿Son los sacerdotes felices?
Sí que lo son. Es verdad que pueden tener días malos y períodos difíciles, como toda persona, pero la mayoría de los sacerdotes te dirán que son muy felices como sacerdotes. Ellos reconocerán, no obstante, que so siempre es fácil ser sacerdote, pero las recompensas personales y espirituales son inmensas y profundas. A veces los medios de comunicación difunden la impresión de que los sacerdotes sufren de infelicidad crónica, que son hombres frustrados y amargados. Eso simplemente no es verdad en la inmensa mayoría de los sacerdotes. El sacerdote que se entrega de lleno a Cristo y a vivir su ministerio sin reservas, encuentra que Cristo es la fuente cristalina y fresca de su felicidad.
La llamada
Como en el pasado, Dios sigue llamando hoy a hombres como tú para servirlo como sacerdotes en la Iglesia Católica. A lo largo de la historia, muchos han sido llamados al sacerdocio. Ellos han vivido vidas ejemplares y han continuado la misión de Cristo de extender el Reino de Dios en el mundo. Hay muchas historias heroicas y ejemplares sobre sacerdotes que le han entregado plenamente la vida a Cristo.
Sin embargo, hoy es más difícil que en el pasado discernir la llamada de Dios, en medio de tantas maneras valiosas que una persona puede escoger vivir su vida. Hay también tantas distracciones que hacen difícil discernir la voz de Dios. Discernir una vocación es un reto, no hay duda de ello. Puede ser particularmente duro hoy en día porque los otros, incluso los padres y los amigos, no siempre brindan su apoyo ni su estímulo.
En todo el mundo en este tercer milenio, muchos tienen vivos deseos de encontrar una vida que los llene plenamente, anhelan descubrir un horizonte para sus vidas. La vida de un sacerdote se enfoca a ayudar a la gente a plantearse las preguntas más profundas sobre el sentido de su vida. Hoy se necesitan los sacerdotes más que nunca. Quizás el Señor te está llamando a ti a ser sacerdote. No lo sabrás con certeza a menos que consideres esa posibilidad. Si sientes su llamada, ¡no te dé miedo responderle!
En la parroquia católica mas cercana siempre encontrarás un sacerdote dispuesto a ayudarte en tu proceso de discernimiento.